Llega la hora de la noche y la familia se va a dormir. A la mañana siguiente
el niño se despierta y llama a su madre. No contesta. Nadie contesta. Ni su padre sus hermanos contestan. Abre la ventana y los llama a gritos. Cree que su familia ha desaparecido. Asustado, decide salir a la calle buscarlos.
Va andando de un lado para otro mirando a
la gente. Deambula entre la multitud. Una hora después se ha perdido y ya no sabe donde esta su casa. Se pone a llorar. De
pronto se acuerda de que vive al lado del edificio más alto de la ciudad, que lo
ve cada día desde su ventana. Lo busca con la mirada pero no lo encuentra. Cruza la calle, y tampoco lo ve. Mientras esto ocurre, una mujer lo observa atentamente desde un coche parado
en el arcén.
La mujer baja del coche, se
acerca al niño. Le pregunta qué le ocurre.
El niño le dice que está buscando a sus padres.
“¿Dónde los has perdido?”.
“Estaban en mi casa, pero se han
ido”.
“No te preocupes” – dice la mujer
-. “ Ven con nosotros y verás como tus
padres no se han ido y están en tu casa”.
La señora lo lleva al coche y el niño se
alegra porque lo van a llevar de nuevo a su casa. Al volante hay un hombre y la
mujer le dice que van a ir a la casa. Tardan unos
minutos en recorrer el trayecto. Al entrar
en la vivienda el niño mira con extrañeza el lugar y dice ingenuamente que esa
no es su casa. Comienza a llorar. La mujer intenta calmarlo. “No te preocupes
que luego iremos a tu casa” Y continúa hablándole. “Espera aquí un poco que te traeré un
vaso de leche y unos dulces”. Se va a la cocina
y allí se encuentra con el hombre del volante. “¿Has llamado ya?”. “Sí, nos
pagan 10.000 euros”. "Llama otra vez y dile que mañana hacemos el cambio en frente de la casa... y que traiga el dinero". La mujer regresa con los dulces. El niño se los toma y poco a poco se duerme entontecido.
A la mañana siguiente el niño se despierta.
No hay nadie en la casa. Se viste y sale a la calle. A pocos metros del portal
hay un coche de policía y entre sus cristales la imagen de la señora y al lado
de ella, la oscura figura de dos hombres.
Uno de ellos era el que lo condujo a la casa. El otro no sabe quien es. De pronto mira y ve a
lo lejos ve el edificio más alto de la ciudad y se va hacia allí corriendo. No
tarda en encontrar su casa. Llama al timbre. Le abre su padre. Antes de
abrazarlo, el padre le recrimina malhumorado haberse escapado. Casi le da un
bofetón. La madre, al oírlo, sale del dormitorio a toda prisa. Lo abraza una y
otra vez. Muchas veces. Ya más calmada le pregunta que por qué se ha escapado,
que dónde ha pasado noche. El niño
responde entre sollozos que se despertó y que como no había nadie en casa se marchó a buscarlos. La madre vuelve a
abrazarlo más fuerte que nunca. Luego se dirige furiosa al marido y
le grita. "No vuelvas a dejar al niño sólo en casa, ni siquiera cuando
lleves a sus hermanos al colegio". Se para un momento y de
nuevo le vuelve a gritar: "Y llama a la policía que ya hemos encontrado al niño".